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Las imágenes que Adolfo Bimer emplea en su producción artística devuelven a la mirada pública la pérdida de identidad impuesta por el sistema sanitario. Lejos de obsesionarse morbosamente con las enfermedades que coagula en su obra tanto escultórica como pictórica, Adolfo Bimer nos ofrece una mirada democratizadora, reclamando la individualidad dentro de la constante deshumanización que el sistema sanitario ejerce sobre sus pacientes y funcionarios. Su trabajo se mueve entre lo pictórico y lo escultórico, llevando al espacio expositivo trazas de miles de voces sin rostro ni identidad.
En el trabajo de Bimer encontramos una fuerza enriquecedora ya que el artista se sumerge en el imaginario molecular que nos une. En ese sinfín de imágenes cuya lectura resulta imposible para el ojo sin formación, redescubrimos la alteridad y el paso del tiempo. En este doble y violento mecanismo de traducción, del Estado y del artista, estas imágenes vuelven a abstraerse para resignificarse.
Adolfo divide el espacio, lo constriñe, ofreciendo así una sala de espera plasmática. Cuatrocientas sesenta y seis pinturas realizadas utilizando barnices mezclados con pastillas molidas, óleo, y minerales como calcio, azufre, carbón o hierro se imponen al espectador, forzando una espera permanente, donde el espacio se convierte en cuna para reapropiarse de un tiempo cuya naturaleza es síntoma del inexorable y persistente deterioro del cuerpo humano como tal. Estas imágenes abstractas salen de la frialdad de la sala de espera, asumiendo una nueva piel, una corporeidad que el artista le vuelve a donar. La espera se vuelve cuna para resignificar las relaciones que un sistema estatal quita y que el artista, apoyándose en su experiencia biográfica como acompañante de una paciente, vive en su propia piel y ofrece al espectador. En este espacio-tiempo, los empleados del tiempo permanecen por su ausencia.
A través de lo biográfico, Bimer permite instaurar un diálogo que une por su diversidad, por el azar de la materia prima de sus obras, en una constante labor de traducción desde lo molecular y aparentemente inerme a lo espacial y temporal.
Andrea Fontana Junio, 2024
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The imaginary Adolfo Bimer employs within his artistic production allows the public gaze to stand in front of the loss of identity imposed by the public healthcare system. Rather than morbidly obsessing over the illnesses that he imbues his pictorial and sculptural work with, Adolfo Bimer offers a democratizing approach, reclaiming the individual within the ongoing dehumanization that the healthcare systems exerts on its patients and functionaries. His work moves between the pictorial and the sculptural, infiltrating the exhibition space with countless voices without face nor identity.
In Bimer’s work we find an enriching energy as the artist delves into the molecular imaginary that unites us. In this endless stream of images, whose reading results impossible to the untrained eye, we find alterity and the relentless passing of time. Within this doubly violent mechanism of translation, exercised by the State and the artist, these images are yet again abstracted in order to be resignified.
Adolfo divides the space, constricting it in order to offer a plasma-like waiting room. Four hundred sixty six paintings –realized mixing varnishes with grounded pills and minerals like sulfur, calcium, iron and coal– stand before the spectator, imposing an endless wait. Here, the exhibition space becomes a cradle for one’s reappropriation of a time whose nature is symptomatic of the firm and inexorable deterioration of the human body as such. As these images are brought outside of the dryness of waiting rooms they assume a new skin, a corporality that the artist brings back to them. The waiting then becomes instrumental in resignifying the relationships that are taken away from the public system and that the artist, relying on his own experience accompanying a patient through the healthcare system, lives on his own skin and makes available to the public. In this space-time, the employees of time linger through their absence.
Through the biographical, Bimer allows to establish a dialogue that unites by its diversity, by the randomness of the raw material of his works, in a constant work of translation from the molecular and apparently inert to the spatial and temporal.
Andrea Fontana June, 2024